¿QUÉ NOS HA DEPARADO DIOS?
Hoy, 3 de febrero de 2006, la Western Union ha declarado el fin de la vida del telégrafo.
El invento, que ha permanecido vigente ciento sesenta y dos años desde su creación, muere hoy tras una agonía lenta pero previsible. El mal que lo ha aquejado han sido las nuevas tecnologías, y ha sido a través de un correo electrónico, precisamente, la forma escogida por la empresa que lo creó para dar a conocer la esquela de su muerte al mundo entero. Las comunicaciones están de luto.
Fué un 24 de mayo de 1844 cuando se enviaron los primeros tañidos cortos y largos que servían "mágicamente" como forma de enviarse mensajes. Representó la primera forma moderna para una tecnología de las comunicaciones que daba sus primeros pasos, viajando a velocidades inconcebibles para el entendimiento de la mayoría. Magias como la luz eléctrica y el teléfono, le seguirían poco después. Su perfeccionista Tomas Edison, que no su inventor -un tal Samuel F.B. Morse- se preguntaron ¿Qué nos ha deparado Dios?
Ciento sesenta y dos años después, se sigue cuestionando la existencia de Dios, pero el telégrafo ha dado sus últimos estertores de vida. Hoy, año 2006 d.c. ya no nos preguntamos lo mismo sobre las nuevas tecnologías. La carrera que se comenzó a mediados del siglo XIX parece no tener freno, ¿se pregunta alguien ya sobre lo imprevisible?
Juan Ramón Jiménez recibió la noticia de que había ganado el Premio Nobel a través del ingenioso método, rápido y seguro. El Titanic envió sus últimos "SOS" a través del telégrafo; en el pueblo de mis ancestros el pueblo recurría a la figura del telegrafista para enviar noticias a sus familiares emigrados. Era un señor respetado, con un sueldo que le dió para montar un pequeño negocio, un hombre moderno que también pasaba las bobinas de las películas todos los fines de semana en el Cine, con una precisión y un pulso tan eficientes como cuando accionaba el pulsador que emitía los impulsos a la línea telegráfica. Murió hace años. No creo que le hubiera gustado ver la muerte del telégrafo. Como tampoco que desapareciera de repente el Cine para dar paso a un invento más innovador, cosa por el momento no predecible. ¿O sí, dado los avances vertiginosos a que nos vemos abocados por obra y gracia de la mente humana?
Una vez más, desde los inicios de la escritura hace miles de años, el hombre da muestras de su inteligencia. Nos comunicamos de todos los modos posibles, pero no hemos aprendido a usar la palabra oral para remediar o prevenir las guerras.
(Extracto de mis relatos cortos "Qué nos ha deparado Dios?")
Fué un 24 de mayo de 1844 cuando se enviaron los primeros tañidos cortos y largos que servían "mágicamente" como forma de enviarse mensajes. Representó la primera forma moderna para una tecnología de las comunicaciones que daba sus primeros pasos, viajando a velocidades inconcebibles para el entendimiento de la mayoría. Magias como la luz eléctrica y el teléfono, le seguirían poco después. Su perfeccionista Tomas Edison, que no su inventor -un tal Samuel F.B. Morse- se preguntaron ¿Qué nos ha deparado Dios?
Ciento sesenta y dos años después, se sigue cuestionando la existencia de Dios, pero el telégrafo ha dado sus últimos estertores de vida. Hoy, año 2006 d.c. ya no nos preguntamos lo mismo sobre las nuevas tecnologías. La carrera que se comenzó a mediados del siglo XIX parece no tener freno, ¿se pregunta alguien ya sobre lo imprevisible?
Juan Ramón Jiménez recibió la noticia de que había ganado el Premio Nobel a través del ingenioso método, rápido y seguro. El Titanic envió sus últimos "SOS" a través del telégrafo; en el pueblo de mis ancestros el pueblo recurría a la figura del telegrafista para enviar noticias a sus familiares emigrados. Era un señor respetado, con un sueldo que le dió para montar un pequeño negocio, un hombre moderno que también pasaba las bobinas de las películas todos los fines de semana en el Cine, con una precisión y un pulso tan eficientes como cuando accionaba el pulsador que emitía los impulsos a la línea telegráfica. Murió hace años. No creo que le hubiera gustado ver la muerte del telégrafo. Como tampoco que desapareciera de repente el Cine para dar paso a un invento más innovador, cosa por el momento no predecible. ¿O sí, dado los avances vertiginosos a que nos vemos abocados por obra y gracia de la mente humana?
Una vez más, desde los inicios de la escritura hace miles de años, el hombre da muestras de su inteligencia. Nos comunicamos de todos los modos posibles, pero no hemos aprendido a usar la palabra oral para remediar o prevenir las guerras.
(Extracto de mis relatos cortos "Qué nos ha deparado Dios?")