LA ADAPTACIÓN CINEMATOGRÁFICA de "La Carretera", de Cormac McCarthy
LA ADAPTACIÓN CINEMATOGRÁFICA de
"La Carretera", de Cormac McCarthy
El escenario: la carretera. Un padre, un hijo. La oscuridad, las cenizas, el intenso frío. Elementos que Cormac McCarthy transfiere al papel en su novela, La carretera, cuya adaptación cinematográfica se estrenó hace poco en nuestro país, dirigida por John Hillcoat el mismo de “The Proposition’ (2005) y protagonizada por Viggo Mortensen , Guy Pearce, Charlize Theron entre otros.La novela de McCarthy relata el oscuro viaje que emprende un padre para salvar la esperanza, la vida de su hijo. Los personajes principales, la dupla padre-hijo, recorren el desolado territorio que ofrecen las carreteras estatales. El agotador recorrido es fruto, quizá de una guerra mundial, quizá de un devastador fenómeno natural o de la autodestrucción humana; es necesario huir del mundo que alguna vez conocieron y del que ahora sólo quedan residuos grises. "La Carretera", de Cormac McCarthy
El estremecedor viaje es relatado minuciosamente. El autor explota su capacidad descriptiva cada vez que le es posible, recreando fielmente el entorno y el proceder de sus personajes, cualidad que, cabe destacar, no se pierde en la versión fílmica. Con sólo un carrito de supermercado en el que llevan objetos pertenecientes a ese mundo que ya no existe, padre e hijo caminan por laderas, bosques, pendientes, siempre en busca del sur. Su camino sería más fácil si no existieran los “malos”, aquellos que interferirán en el propósito del padre. “Los malos”, como los llaman estos desterrados, cobran forma en personas de mirada pérdida, malolientes, agresivos, caníbales.
El único recurso que los protagonistas poseen contra los ataques de éstos es un arma, que el padre lleva celosamente pegada a su cuerpo. El desesperante panorama asfixia los recursos humanos dando lugar a la crueldad, al salvajismo; se debe prolongar la vida no importando los recursos que se usen para conseguirlo. El padre, víctima del mundo que tiene que afrontar una serie de regresiones a lo largo de la travesía. Sus recuerdos lo remontan a la luz, a los lugares que pudo ver antes de que se fueran como el viento; a fuerza de necesidad tal vez imagina un pasado que nunca existió pero que lo anima a seguir.
El viaje por la carretera se torna un tanto rutinario. Levantarse cuando la poca luz del Sol se deja ver en el horizonte gris, emprender el camino hacia el sur entre la nieve y el frío, vigilar que los malos no estén cerca, buscar un sitio donde dormir y ahí, comer de alguna de las latas que su preciado carrito les provee; si el ritmo que tiene La carretera se mantuviese en el guión cinematográfico, probablemente casi todos los espectadores encontrarían la película muy aburrida; por lo tanto, los adaptadores aumentan los pasajes “de peligro” en la cinta pese a que en la novela sean los menos. El carrito que arrastran se vuelve esencial en ese mundo extinto, McCarthy en un esfuerzo por mostrar la crudeza de la situación, incita a reflexionar sobre la necesidad de supervivencia del hombre. Con tintes que recuerdan, de una forma más aguda sin duda, las diligencias del Robinson Crusoe de Defoe, el autor señala las dificultades que el hombre tiene que afrontar para superar la extinción de la especie, en el rubro fílmico se podría asemejar a “Soy leyenda” de Francis Lawrence y en menor medida a el “Exterminio” de Danny Boyle. En el contexto dibujado por este escritor de “culto” nacido en Rhode Island en 1933, las relaciones humanas no existen, esta realidad es afrontada por el padre, que entre las profundidades de la carretera desolada, encuentra los sitios en que transcurrió su infancia, las sombras del pasado se mezclan con la oscuridad del ambiente. La extinción es palpable en cada paso que se da, cadáveres fungen como alfombra del sinuoso recorrido.
Dentro de esta atmósfera, McCarthy es capaz de construir un fuerte lazo entre sus protagonistas dándole sentido humano a la novela. La relación filial se encapsula en las primeras páginas del escrito, “cada cual el mundo entero para el otro”. Sí, el mundo para el otro, cuando éste no existe en la realidad. Escritor de novelas como: El guardián del vergel (1965), Todos los hermosos caballos (1922), No es país para viejos (2005) todas adaptadas a la pantalla grande, la última ganadora del premio Oscar a mejor película (2007), gracias a la adaptación de los cineastas Ethan y Joel Cohen, Cormac McCarthy, además, recibió el premio Pullitzer 2007 por La carretera. La muerte es el tema recurrente en el trabajo del stadounidense, padre e hijo afrontan el posible final de sus días en su avance por la carretera.
La textura, color y olor del ambiente no hace más que evocarla, llamarla, necesitarla para, paradójicamente, existir. Después vendrá lo inevitable, el carmín de la sangre irrumpe el ceniciento paisaje. Aunque lo desee, el padre no cuenta con los recursos necesarios para seguir a lado de su hijo, lo tiene que dejar como el mundo los abandonó tiempo atrás. ¿Qué pasará con el niño?, ¿Se agotaron las salidas?, ¿Se esfumó el último halo de luz? McCarthy descargará el peso acumulado a lo largo del viaje por medio de una sola esperanza, que se alza como el espíritu del hombre.
Novela narrada en tercera persona, que muestra la realidad que los seres humanos pueden llegar a vivir si no son capaces de controlar sus demonios, La carretera al igual que su versión cinematográfica ha sido fuertemente aplaudida por la crítica internacional. De forma portentosa McCarthy describe la inmensidad de un mundo a punto de oscurecer por completo. El tono grisáceo que persigue a la novela tiene su origen en la combinación del negro (la muerte, la desesperanza, el odio, la crueldad, la frialdad) y el blanco (la esperanza, la luz, el calor, el sur, el mar). La metáfora indica un punto intermedio, difuso del escenario. El final de la obra puede complacer o no al lector, el lenguaje cinematográfica puede aproximarse más que adaptarse a las líneas de McCarthy, pero sin duda, La carretera en su versión fílmica o literaria es un viaje a la inmensidad de lo que alguna vez fue el hombre.
por Jaqueline Ávila Rocha Diciembre 4, 2009
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EL AUTOR Y LA NOVELA
Se le compara con Faulkner y con Herman Melville. Su personalidad reservada y discreta le lleva a no prodigarse en entrevistas ni en alimentar un marketing ambicioso. Sin embargo, la calidad literaria le ha proporcionado en el 2007 el Premio Pulitzer con su libro “La carretera”. Se trata de una novela apabullante desde la primera frase.
Aunque es un libro que engancha, exige reposar la lectura, pues en ocasiones, la fuerza narrativa y la subtrama latente resultan sofocantes. La historia es el camino de un padre y un hijo, sin nombres propios -son el hombre y el chico- que caminan fatigosamente por una carretera, siempre gris, en dirección al Sur. El paisaje que les rodea está calcinado, con las huellas de un supuesto ataque nuclear que ha devastado la tierra.
En su lucha por la existencia se encuentran con varios supervivientes: unos han muerto, otros sufren -de modo descarnado- y algunos atacan con saña como los caníbales. La inocencia y la búsqueda del bien del chico, así como la ter
nura entre padre e hijo hace más llevadero el angustioso trayecto. La incertidumbre se mantiene en todo instante y el lector avanza con los protagonistas sufriendo con ellos el frío, el hambre y el miedo. “Al despertar en el bosque en medio del frío y la oscuridad nocturnos había alargado la mano para ticar al niño que dormía a su lado. Noches más tenebrosas que las tinieblas y cada uno de los días más grises que el día anterior. Como el primer síntoma de un glaucoma frío empañando el mundo”.Es el primer párrafo de “La carretera” y en esas pocas palabras se encuentran los elementos fundamentales de la novela. El estilo es sobrio. Construido con textos muy breves, frases cortas, dialogos escuetos, a veces reducidos a monosílabos pero cargados de expresividad. Se respira la angustiosa atmósfera en las descripciones que hace McCharty de las acciones más nimias que realizan padre e hijo por salir adelante. En esa terrorifica aventura, se detiene en detallar maniobras insignificantes con un lirismo premeditado y subrayado. Combina esta intencionalidad con reflexiones repletas de una metafísica desnuda, y siempre vital, en la búsqueda de ese Sur añorado.
Aunque el libro es realista, a veces se sirve de lenguajes rescatados de la narrativa fantástica e incluso de la poesía. De esta forma, el autor logra que el sufrimiento y el espanto parezcan bellos,pero solo que lo parezcan. “La carretera atravesaba un lodazal seco donde tubos de hielos sobresalían del fango congelado como estalagmitas. Restos de un fuego antiguo junto a la carretera. Más allá un largo paso elevado de hormigón. Un pantano muerto. Árboles muertos surgiendo del agua gris con colgajos de una turba gris y residual. Las salpicaduras de ceniza sedosa en el encintado. Se apoyó en el arenoso antepecho de hormigón. Tal vez en su destrucción sería posible ver cómo estaba hecho el mundo. Océanos, montañas.
El fatigoso contraespectáculo de las cosas dejando de existir. La extensa tierra baldía, hidróptica y friamente secular. El silencio”. Cormac McCarthy con esta novela nos introduce en una literatura que sobrecoge y fascina. Sobre todo nos hace pensar, algo muy de agradecer tratándose de un best seller. “La carretera” Cormac McCharthy
Publicado el Lunes, 11 de Febrero del 2008 por Reyes Caceres
