"Cernuda es uno de los raros poetas fatales de nuestra época. Escribe porque no tiene más remedio que hacerlo. Para el poeta con destino expresarse es tan natural e involuntario como para nosotros respirar. Un demonio, su conciencia poética, no lo suelta nunca y le exige, ocurra lo que ocurra, que diga lo que tiene que decir. A Cernuda le gusta citar una frase de Heráclito: "Destino es carácter" ¿No podría agregarse que se necesita cierta conciencia del destino para soportar la tensión de un carácter tan riguroso?"
OCTAVIO PAZ
"La obra poética de Cernuda puede resumirse en un único libro: La Realidad y el Deseo, que al igual que las Hojas de Hierba de Whitman fué conformándose a lo largo de muchos años y tras varias ediciones sucesivas... La edición póstuma, que apareció en 1964 es la que sigue Círculo de Lectores en el presente volumen, prologado por Francisco Brines e ilustrado por Frederic Amat, que coincide además con la celebración del centenario de Cernuda. (1902-2002)"
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-Extracto del prólogo de Francisco Brines para esta edición-
"En vida recibió dos homenajes de los poetas españoles. El primero se lo ofreció en 1955 el grupo cordobés que llevaba la revistaCántico. Éstos se agruparon bajo la luz pagana y hedonista deInvocacines, gracias al conocimiento de algún ejemplar de la edición de 1936. Esta poesía no era evasiva, como se llegó a decir, pues representaba un fuerte revulsivo frente a la moral oficial del pasís. El segundo se realiza en 1962, en la revista valencianaLa Caña Gris, y allí está presente una parte representativa de poetas y críticos de la que después sería generación del 50, que lo toma como guía y maestro. El libro leído fue la edición deLa Realidad y el Deseo de 1958.Aparte de la concreta enseñanza que puede verse en algunos de aquellos jóvenes poetas, y que no es del caso detallar ahora, su influencia en la poesía crítica (o civil) de los que la llevaron a cabo es muy relevante. Al referirse críticamente a la burguesía, clase a la que pertenecían por nacimiento o educación, se obligaban a elevar el tono expresivo unos niveles que la distinguen fácilmente de la anterior poesia 'social' al uso. Al margen de ello la contención y concisión expresivas buscadas por Cernuda, junto a su rigor compositivo, ayudaron ejemplarmente a encontrar también una expresión intensa y concentrada que sirviera, sin mengua de su exigencia estética, a la comunicación ética y personal de cada día. "El lenguaje hablado y el tono coloquial hacia los cuales creo que tendí siempre" se correspondía con la persona que él era: un hombre culto, de carácter reticente y pudoroso, insobornable, e incluso e ocasiones perceptiblemente atildado en el decir. La música del poema fluía siempre interior y 'callada'.
La presencia del poeta en las sucesivas generaciones españolas ha sido tan diversa como continuada. Se puede decir ahora, creo que con visos de certeza, que tras deJuan Ramón Jiménez y de Antonio Machado, sólo se puede considerar a su nivel, como fuente generadora de la poesía que les sigue, la de Luis Cernuda. Todo ello nos está afirmando que su figura es una delas más capitales en la historia de la poesía española."
Quizá mis lentos ojos no verán más el sur de ligeros paisajes dormidos en el aire, con cuerpos a la sombra de ramas como flores o huyendo en un galope de caballos furiosos. El sur es un desierto que llora mientras canta, y esa voz no se extingue como pájaro muerto; hacia el mar encamina sus deseos amargos abriendo un eco débil que vive lentamente. En el sur tan distante quiero estar confundido. La lluvia allí no es más que una rosa entreabierta; su niebla misma ríe, risa blanca en el viento. Su oscuridad, su luz son bellezas iguales.
El Umbral más insolente y escritor se muestra en esta fotografía que María España, su mujer, le hizo en los años sesenta.
Prólogo de Pere Gimferrer. Planeta. Barcelona, 2008.
Muy diversas especies narrativas habitan el mar de vastas dimensiones de la prosa de Francisco Umbral (Madrid, 1935-2007). Viven en él novelas rupturistas y novelas un poco cercanas al relato centrado en una historia aunque nunca convencionales. Hay novelas puramente autobiográficas, narraciones históricas y relatos culturalistas a un paso del ensayo. Muchos títulos de la nómina centenaria del autor, los más populares y controvertidos, se sostienen en la urgencia cronística. Además, unas cuantas obras de este autor muy esteta aunque le consagrara la inmediatez de la Prensa, responden al impulso poemático, el motor más potente de su escritura.
Aquí, en este último sector, se hallan los mejores libros de Umbral, en primerísimo lugar el que ha merecido un reconocimiento unánime, algo bien de notar en un autor polémico, Mortal y rosa, la elegía poemática escrita a raíz del fallecimiento del hijo único todavía niño. Cerca por tratamiento se encuentra El hijo de Greta Garbo, otro libro mayor del autor, nueva elegía, ésta motivada por el recuerdo del fallecimiento también temprano de la madre. Al “poema en prosa de mi vida”, surgido de la pérdida del hijo, y al “poema en prosa de la madre”, tal como el propio Umbral ha definido respectivamente ambas obras, le faltaba el correspondiente poema en prosa motivado por el otro vértice de su existencia, la esposa, ausencia llamativa en sus incontables páginas, llenas de innumerables apuntes de la realidad cercana al autor.
La esposa es el destinatario y a la vez el pretexto de Carta a mi mujer, un manuscrito antiguo fechado en el otoño de 1985 y el verano de 1986. No es éste un dato irrelevante porque Paco Umbral, que incrementaba su bibliografía a un ritmo incesante, urgido por una perentoria necesidad de presencia pública y por razones económicas, no dio salida durante veinte años largos a esta Carta que, al parecer, había decidido publicar poco antes de su sorpresiva muerte.
De alguna manera, esta dilación en contra de los hábitos del autor se explica por el propio texto, ya que éste parte de una situación psicológicamente terminal y desarrolla, de nuevo mediante una elegía, el sentimiento de haber consumido la vida. Habría sido, pues, ilógico darlo a conocer antes. Llegada la madurez y palpable la soledad, este momento de “caos prefinal” propicia la recapitulación de la existencia movida por un agudo sentir premonitorio de la muerte. Desde esta situación irreversible, a partir de una mirada proustiana a un viejo coche “citroen GS”, el autor, de quien el vehículo adquiere la medida de símbolo (“qué otra cosa soy yo que un automóvil abandonado”), proyecta hacia el presente el pasado. En ese ayer que rescata en sus notas esenciales, decantadas por el subjetivismo lírico, está María, “mariamor”, su mujer, a quien dirige la carta, si bien el objetivo sea la iluminación autobiográfica del propio autor.
Con esta Carta remata Umbral una auténtica trilogía del sentimiento lírico, y semejante unidad la subrayan algunas notables coincidencias que establecen inequívocos vínculos entre los libros del ciclo: la incorporación de poemas, las páginas vanguardistas que contienen una sola frase, la contraposición de Beethoven y Mozart…
Carta a mi mujer es, como dice el título, una carta y también una novela y una conversación ensimismada y un diario y unas memorias y una confesión general. Por medio de esta mezcla de géneros, Umbral hace un retrato de mujer para explicarse a sí mismo. El escritor se muestra en una desnudez espiritual completa y se acoge a la mujer, samaritana que cuida su vejez, para salvarse. Él mismo la ha forjado como un arma para sobrevivirse, tal como dice con un verso de Neruda que repite a la manera de motivo vertebral. Por eso de ningún modo, y se preocupa de advertirlo, hace en la carta psicodrama matrimonial, ni anatomía de un matrimonio, ni cuenta penas de amor, ni ofrece la menor gratificación a quien pretenda entrar en las relaciones de pareja inducido por el morbo del cotilleo. Aunque, leída la carta al sesgo, se encuentren detalles de interés sociológico y psicológico, el empeño de Umbral es muy otro.
El propósito de Umbral es hacer literatura pura a partir de una acuciante vivencia de la temporalidad, reincidente asunto tanto del escritor como de este escrito. El tiempo, y su resultado, envejecer, estimulan un discurso lírico sin argumento, discontinuo, recurrente, hecho de fogonazos e instantáneas, que el propio autor reconoce como un experimento literario nuevo. Tal vez no tan nuevo porque su filiación está clara en la prosa lírica de Juan Ramón Jiménez o del Cernuda de Ocnos, aunque sí muy pertinente para su meta. Carta a mi mujer es prosa escrita desde la conciencia del artista de la palabra, de quien quiere alcanzar la creatividad verbal absoluta no para ser brillante (aunque lo sea) sino para decir ese núcleo moral de manera inédita. Por supuesto que este planteamiento implica el empleo de un largo repertorio de figuras de las retóricas clásicas: metáforas, imágenes, sinestesias, muchísimas anáforas… También supone la actitud formal muy libre ya indicada que llega incluso al experimentalismo lúdico de poner el mismo texto en dos páginas consecutivas; en una va en verso y en la siguiente en prosa, y ambos dicen lo mismo sólo que en orden contrario.
A esa misma voluntad de crear la realidad mediante el idioma responden otros recursos admirablemente empleados. Unas veces son expresiones de encendido lirismo, de arrobo (no poco irónico, con frecuencia) ante la naturaleza, las cosas, la desnuda realidad. Otras, un ejercicio onírico, una rienda suelta de lo visionario. O, en fin, con frecuencia se persigue la musicalidad de la frase, un decir rítmico que se acompasa con el pensamiento o la idea para expresar la ternura, la vehemencia, la duda, el asombro, el distanciamiento... A todo ello ha de añadirse un estilo que arroja fulgores de la prosa y logra intuiciones verbales como sólo son posibles en quien es capaz de convertir el mármol del repertorio léxico del idioma en plenas creaciones del estilo “mañana crudiza”, “mas tú sigues allá, en tus allaes”, “gimes, de pronto, con el quejido rompedizo de la adolescencia”. Con razón reivindica Francisco Umbral, insistiendo en lo que repitió muchas veces, el mérito de escribir, que es, advierte con énfasis, todo lo contrario de redactar. Esta actitud de artista de la palabra no produce, sin embargo, ninguna clase de recargamiento ni de barroquismo porque el autor adopta una postura de austeridad y pureza absoluta. En lo verbal y también en los contenidos. Pocas veces ha controlado tanto la materia anecdótica y aquí sólo por excepción se consiente algún desplante como llamarle “chufero” a Azorín.
Un lirismo intenso y esencial atraviesa la confesión elegíaca de ese “ser de lejanías”, por decirlo con otro de sus títulos mayores, que se ve a sí mismo egoísta y como desvalido, y se aferra a su mujer hasta el punto de encomendarle el “deber conyugal” de ser la “que tomará la vida en mi muerte”, la que le acercará de prisa una vasija “para que vomite el alma urgentemente”. Umbral se sujeta al máximo en esta Carta a mi mujer a la escritura del poema en prosa de la vejez presentida. La intensidad de la vivencia, sincera y sin afectación, y la maestría del estilo lírico pertinente al propósito poemático, no cronístico, hacen de este libro uno de los mejores de Umbral, de la misma superior categoría del tan celebrado Mortal y rosa.
En Casa del Libro de Bilbao presentó ayer Ángel Petisme su último poemario, "Demolición del Arco Iris", editado por Baile del Sol.
La presentación corrió a cargo del también poeta y amigo de Petisme, José Blanco, una de las voces poéticas de Bilbao y su comarca, que daba la réplica al protagonista de la tarde. Aunque, si quieren que les de mi opinión, Ángel Petisme es tan campechano y humilde que hizo lo propio con José Blanco y antes de presentar su libro hizo él las veces de presentador de su amigo y colega. Todo un detalle que seguro no extrañó a José Blanco -pues se conocen desde hace muchos años-, y que da fe del carácter de este cantante y poeta maño que comenzó arremetiendo contra los locos que se han empeñado en destruir 'Los Monegros' construyendo allí una segunda versión de Las Vegas.
Como poeta, aunque nos deleitó con variados estilos, incluyendo algo de poesía romántica, es ante todo, un autor comprometido con la sociedad, su tierra y las injusticias del mundo. No es de extrañar que de su repertorio poético escogiera para leernos dos poemas sobre los indios americanos y su exterminio, un poema sobre Bin Laden y el 11 de septiembre -ver vídeo-: un hombre en la consulta del dentista mientras caen las Torres Gemelas, una estatua que cobra vida en el desierto de Los Monegros, una mujer amamantando a su bebé mientras sube a un cayuco, un perro que espera a su amo desde hace veinte años, un pintor obsesionado con los paisajes, su odio a Bill Gates porque los niños ya sólo navegan por la Red y no lo harán por el mar, dos amantes haciendo el amor en un hotel de Brooklyn, un poeta que enseña el culo a la luna desde un puente, un corazón con brazos del Ikea arrastrado por el agua de la lluvia en Lavapiés, Gerónimo, el jefe apache, 'resucita' vendiendo souvenirs a los turistas en la reserva o el cierzo azotando Bagdad para avisar que no es hora de morir todavía...
Son algunos de los personajes, escenarios e historias cruzadas que Petisme ha hecho cobrar vida en su libro, donde está también presente la prosa poética. En realidad, el libro nos muestra la preocupación constante del autor ante las injusticias del mundo. Yo me atrevería a calificar a este hombre y poeta, que canta y escribe, como un luchador a ultranza contra el sistema que se nos impone desde los gobiernos y que no escatima el uso de tacos en su poesía ni tiene pelos en la lengua cuando los recita.
Su entusiasmo era tal que estaba dispuesto a leernos durante todo el tiempo que quisiéramos, mientras no cerrara La Casa del Libro...
El problema hubiera sido que su entusiasmo podía dar al traste con la venta de su libro poemario... ¡Pues no lo crean! En realidad, nos picó tanto la curiosidad con esa variedad de temas, que seguro firmó más que 'unos cuantos libros'. Y sino, quienes hoy lo tienen en Irún, seguro que le hacen justicia.
El resto de la presentación la grabé, pero esa tendrán que escucharla en mi programa radiofónico 'Hispanorama Literario'. Les avisaré a través de este espacio y del blog de mi programa Hispanorama Literario , cuando vaya a ser emitido.
Créanme que merece la pena escuchar a este hombre que 'tiene tablas', no en vano es cantautor. Se movía como pez en el agua, y para muestra, las fotos que les dejo entre el texto.
Hoy he intentado acercarles a la persona y el autor con su obra: Ángel Petisme.Vayan desde aquí mis congratulaciones para él.
Llueve a mares y baja por la cuesta de Ave María el líquido amniótico de los sueños. Bajan las cicatrices, las llamadas perdidas, la barbie abandonada y un árbol del amor, los condones suicidas y los huesos de pollo, el llanto de las razas, los mensajes borrados, la belleza sin sitio, las fotos del eclipse… Los juguetes enfermos, los dioses que no cambian, los extractos del banco, las sillas de tres patas. Sale la luna en Sombrerería y sale el sol en Olivar.
Un río ineludible de preguntas desciende a la boca del Metro, un ángel que volaba hacia atrás, el alquitrán del miedo, un corazón con brazos del Ikea, frascos de jarabe caducado. Pecados que no vieron amanecer, belleza que no encuentra reposo.
Está lloviendo a mares en plaza de Lavapiés y soy esa mujer que lleva escrito un No.
Posted by Alicia Rosell at sábado, febrero 09, 2008 |Permalink | Comments
martes, 7 de agosto de 2007
"Estravagario" - Mi tributo al programa (Hay 6 comentarios)
Javier Rioyo entrevista a la escritora Carmen Posadas
FIN DE PARTIDA
por Javier Rioyo
Las señales estaban claras pero no quisimos verlas. El programa literario, Estravagario que desde hace tres años dirigía, y presentaba, en la televisión pública española terminó abruptamente y por teléfono. ¿Es normal retirar un programa por teléfono, en vacaciones y cuando se estaban preparando los renovados contenidos de la próxima temporada? Yo creo que no. No parecen las formas más adecuadas. Ni las más educadas. Ha sido la primera y última llamada del nuevo director de TVE. Ninguna discusión sobre el contenido, el continente, el pasado o el futuro de un programa que durante tres años tuvo una complicada vida en la programación televisiva.
Por el programa han desfilado centenares de escritores, editores, críticos, libreros y otros interesados en la literatura y sus circunstancias. Seguramente debimos hacerlo mejor, deberíamos haber conseguido que hablar de Sebald, Vila-Matas o William Boyd fuera suficientemente interesante como para hacer de esa cita un hábito para los amantes de la literatura. Un país donde los poetas, se llamen González o Gamoneda, fueran capaces de hacernos dejar otras cosas para poder atender sus dones o sus carencias.
Hemos tenido la suerte de estar cerca de la mayoría de los escritores interesantes en nuestra lengua. Y con decenas de los que escriben en otras lenguas.
También hicimos cantar en directo a “estravagarios” músicos. Por allí desfilaron Albert Pla, Lila Dows o Astrid. Se recomendaron libros, viajes literarios, maneras de vagar por esa verdad de mentiras que es la literatura. Algunas veces nos vieron cerca de un millón de espectadores, en los tiempos de la primera madrugada tuvimos una media de unas doscientas mil personas. Al final, con la llegada de los nuevos directores, en las altas horas de la madrugada, casi siempre pasadas las dos de la madrugada todavía tuvimos casi cien mil espectadores. Nunca tuvimos mucha promoción. Es decir, no tuvimos otra que no fuera el boca a boca, lector a lector o noctámbulo a noctámbulo.
La decisión de no continuar nos pilló de sorpresa. En vacaciones y sin posibilidad de explicar o argumentar el brusco final. Nos disculpamos con un editor que habíamos citado en Córdoba, con el escritor y guionista Peter Viertel que hoy nos hubiera recibido en su casa, la misma que la de Deborah Kerr. Y con los responsables del pueblo de Urueña, un lugar de Castilla para vivir entre libros. También nos disculpamos con los escritores, críticos y libreros con los que iniciaríamos otra temporada. No podrá ser. Al menos no con nosotros. Lo sentimos. Por muchas razones. Y por las formas. También en la televisión pública deben ser importantes las formas.
El verano sigue. Mis lecturas continúan. Sigo leyendo una novela que tenía pendiente desde hace más de dos años, se llama Imposturas, de John Banville. Habla de impostores que reconozco. No todos son así. Las lecturas seguirán. En el largo y cálido verano me esperan otras dos citas para no perderse. La novela de Styron, La decisión de Sophie y La vida de Jonson contada por Boswell. Unas buenas razones para buscar refugio en esas complicadas islas que han inventado los humanos, que llamamos libros y que nos apartan de otras miserias. Y de las malas formas. Llegamos al fin de partida. La partida continúa. Seguiremos esperando a Godot.
Posted by Alicia Rosell at martes, agosto 07, 2007 |Permalink | Comments
lunes, 12 de febrero de 2007
"MICRORRELATOS" - CAFÉ CON LIBROS
¿Qué es un microrrelato? ¿Un género, un aforismo, una greguería? ¿Un cuento para lectores haraganes? Los escritores que los crean, ¿son también, vagos? ¿Puede ser incluso tan sublime como un poema? Muchas preguntas que en sí ya son respuestas para muchos de ustedes.
Pueden aportar sus opiniones si gustan. Escuchen y vean el vídeo porque es muy interesante, si es que no lo han visto ya. Saludos.
Posted by Alicia Rosell at lunes, febrero 12, 2007 |Permalink | Comments
martes, 31 de octubre de 2006
LA ORACIÓN DE FERNANDO ARRABAL
"DÍA DE TODOS LOS SANTOS" -MI ORACIÓN-
De Fernando Arrabal.
"No, no se me pongan tristes, hoy es un día como todos los demás. Porque cuando se ha amado a un ser querido, se haya ido por el motivo que sea, aunque el peor de ellos sea que nos lo haya arrebatado la muerte, todos los días los recordamos. Cuando hablamos de ellos como si estuvieran vivos, les estamos dando vida, el recuerdo hace que perdure en la memoria una existencia física que pasó a otra dimensión, desconocida.
Este vídeo lo ví hace meses, y ya me impactó. En el blog de mi amigo y escritor, Iván. Creí que hoy era el día oportuno, pero no es un intento mío de hacer llorar. Yo iré hoy a ver a mis seres queridos, los que están aquí, porque la mayoría me quedan en mi otra tierra, y no lloraré. Miraré sus retrat0s y les hablaré desde mi silencio.
Conversaremos familiares que vamos llegando, en torno a ellos, y parecerá una reunión más, como las que hacíamos cuando estaban todavía en este mundo. Me pregunto si ellos nos oirán. Nadie nos va a responder a eso, tampoco sabemos qué hay o qué no hay detrás del morir. Mi abuela María nos decía: "Hija, no tengo miedo a la muerte, pero como nadie viene del más allá a contarnos qué hay allí, es normal que no tenga ganas de irme".
Hoy no lloraré porque están más vivos que nunca, aquí, en mi corazón."
"Nuestro ser está cimentado en cualidades enfermizas; la ambición, los celos, la envidia, la venganza, la superstición, la desesperación, alójanse en nosotros con posesión tan natural que reconocemos su imagen también en los animales... Nunca dejarán de ser útiles y oportunas la naturalidad y la verdad pura" (Michel de Montaigne, Ensayos III, Capítulo Primero).