"VIVIR POR Y PARA ESCRIBIR"

Treinta años después de la publicación de su primer libro de cuentos, "¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?", y con una contundente obra en este género, el escritor norteamericano conserva plena vigencia.

PAULA VARSAVSKY

Si resulta mejor homenajear a una persona en la fecha de su nacimiento que en el aniversario de su muerte, mucho más auspicioso aun, en el caso de un escritor, es festejar el nacimiento de su primer libro. Nos referimos a ¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor? (Anagrama). Esta original colección de cuentos, que sucedía a varios libros de poesía, irrumpió en la escena norteamericana en 1976. Raymond Carver narró allí historias sobre los llamados "trabajadores pobres", matrimonios jóvenes en crisis, viajantes, personas obesas, celosos posesivos y otros personajes cotidianos.

En esta primera colección de cuentos, donde retrata la vida conyugal de la clase media baja del centro-oeste de Estados Unidos, el autor marcó un estilo. Su forma inequívoca de narrar recibió la etiqueta de realismo sucio o minimalismo: frases cortas, acción inmediata, poca descripción, escasa reflexión, finales abiertos o poéticos. Esta forma innovadora de narrar en seguida llamó la atención de los lectores y de la crítica especializada. La idea de llevar al cuento y a la poesía elementos de la vida cotidiana tales como mesas, lámparas, aros o autos y transformarlos en objetos de otra dimensión fue una de las peculiaridades que mantuvo a lo largo del desarrollo de su escritura.

Sin embargo, más allá de los nombres o del encasillamiento que recibieran los cuentos de Carver, quizá lo más interesante reside en el estilo de narrar, el ángulo desde el cual se mira el pequeño mundo que recorre cada uno de los relatos.

La constante tensión que mantiene vivos a los personajes que los habitan colma de intriga, esperanza y desconsuelo a la vez. Puede ser que allí resida su arte. O, dicho en palabras del autor, se podría definir así: "Es posible escribir una línea de diálogo aparentemente inocuo y que le haga correr un escalofrío por la espalda al lector - ese tipo de deleite artístico, a la manera de Nabokov".