DIVAGANDO ENTRE SUEÑOS
" DIVAGANDO ENTRE SUEÑOS "
A veces, es un relato, y otras, un capítulo inconcluso de mi novela ¡postergada siempre! Normalmente, opto por escribir pensamientos, filosofeo conmigo misma -esto será igual que pensar- y hago propósitos de enmienda.
Suelo escribir a lápiz, en cualquier parte. Tengo anotaciones hechas por doquier, de títulos para relatos, títulos para novelas, frases sueltas, palabras raras, esbozos de historias y anécdotas en mil y un proyectos plasmados. En ocasiones, escribo hasta que al lápiz se le desgasta la mina, que son las mas de las veces. No suelo llevarme el sacapuntas para no proseguir hasta el alba. Cuando abandono, mecida entre sueños, la ciencia infusa me colma de ideas buenas; yo barrunto, entonces, mascullo fastidiada por el inoportuno instante del asalto.
-¡Diablos, cuánto daría por encender la luz de mi pequeña 'lecto-linterna', y anotar con urgencia todo lo que tengo ahora mismo en la cabeza.
Es un ‘estado-delirium’ de semi-inconsciencia de total y abnegado sonambulismo, ¿será por eso que dicen que los escritores tenemos ojeras? De todo habrá, creo yo. Pero si me muevo, despierto al compañero, al hombre que trabaja de sol a sol. Definitivamente, no, yo me aguanto... aunque tenga diarrea de palabras.
-Debo plantearle dormir en camas separadas, pero haber cuándo tengo narices para hacerlo sin tener que defender mi derecho a pernoctar por la brava.
Quizá es por eso que me compré una mini grabadora: para tenerla siempre junto a mí, en el segundo cajón de mi mesita, bien cerca de mi mano. Lástima que me pille por la izquierda, y yo soy diestra. Debo retorcerme en un movimiento extraño porque la mayoría de las veces no tengo fuerzas para agarrarla, pulsar el ‘play’ y dictar mis largas diatribas.
Ese aparatejo lo uso mucho más durante el día. Pero al final, el trabajo se duplica. Tengo que volver a escuchar lo grabado y pasarlo al ordenador, palabra por palabra. Es por eso que -de no ser por causa de fuerza mayor-, la grabadora la utilizo las menos de las veces, mientras que el lápiz y los papeles los porto a todas horas.
Durante el día voy anotando 'cosillas'. Salta la ‘chispa’ con cualquier noticia, mientras cocino y veo la televisión. Ríanse, mis ratos en el ‘WC’ suelen ser fructíferos doblemente. Muchos de mis mejores textos -que guardo para futuros concursos o futuros libros- salieron de allí con la grácil expresión reflejada en su caligrafía, causa y motivo de las circunstancias en como fueron concebidas. Antes, en ese ‘trono’, leía, mucho y largo. Ahora, además, escribo.
Les diré otro secreto, ahora que hablo entre sueños: Es el espacio de mi casa donde reina más silencio. La paz allí es tan grande que me pondría el escritorio sin pensarlo, pues gracias al cielo, el baño es idóneo en cuanto a medidas.
Ya me imagino diciéndole al técnico de Euskaltel:
-Quiero que me echen los cables del ADSL (banda ancha de Internet, para los profanos) por aquí, ya que de este enchufe sacaré un alargador con ocho tomas. Necesito montarme aquí mi ‘despachito’, es que la terraza no me sirve, ¿sabes?
Y al chico de la empresa -suelen ser muy jóvenes-, cuando me diga perplejo:
-Sra. ¿Se ha dado Ud. cuenta que esto es un cuarto de baño? Hermoso, pero es un baño, y para colmo ¡sin ventanas!
-¡Bah, no te preocupes, muchacho, que para una urgencia está el aseo! -me imagino que se lo diré haciéndome la tonta.
La tonta, digo, porque sé que si con dos baños no damos abasto, no sé cómo me planteo eliminar uno. Me froto las manos pensando en la escena, visualizo todo con deleite, pero cuando regreso a la realidad me percato del poco espacio del que dispondré para mi biblioteca particular, que aumenta por días y por horas a una velocidad de vértigo. Lástima que no crezcan también las horas para leer todos los volúmenes que acaparo...
Pues esto se acaba –confidencias aparte- el lápiz ya no ‘pinta’, como decía mi abuela. Tranquilos, este escrito se ha fraguado en mi cama, sentada contra dos almohadas, con el cuaderno apoyado sobre mis rodillas para ejercer de pupitre. Y con la ayuda de varios libros de la ‘editorial Cátedra’ sobre mis piernas y bajo el cuaderno: ‘El comentario lingüístico’, de Francisco Marcos Marín; ‘Introducción a la Lingüística’, de Bertil Malmberg, y la ‘Introducción a ‘Los Estudios Literarios’, de Rafael Lapesa.
Me asusto cuando miro las fechas –siempre las escribo nada más comprarlos en la página anterior al prólogo- ¡Horror: enero de 1984! Deberían ser relecturas, -me animo en voz alta- pero a pesar de todo se me congela la sangre y me regaño, como lo haría el técnico de Euskaltel si le digo las intenciones soterradas que mi loca cabeza barrunta. Él me diría sin escrúpulos:
-Sra. Ud. no se da cuenta que estos libros llevan mucho tiempo sin ser ojeados? Tienen polvo para llenar un tarro. -La impertinencia tendría que perdonársela porque me apuraría preguntarle si se refiere a ‘ojeados’ de mirados u ‘hojeados’ de pasar las hojas. ¡Ay, así son las cosas cuando el verbo no va impreso!
¿Lenguaje oral a mí? Que me dejen mis grafías, pues corro el peligro de despertar al hijo de mis entrañas que duerme al lado, la perra que siempre dormita con un ojo abierto y el otro cerrado presta a lanzar sus ladridos, y los vecinos -de arriba o debajo- cuando lance un sonoro, “¡Ay de mí!” con tal de no mandar al diablo al instalador de telecomunicaciones por tan osada pregunta. Amén de llamarme sucia, por lo del polvo, me digo...
Sin más, dejo el lápiz. Ya me marcó su pauta esta noche, se le acabó la punta. Roma y extinta me deja con la palabra en la ‘boca’, digo... en el ‘tintero’. Aparto el cuaderno y me dispongo a ‘ojear’ los libros hasta que el sueño me venza.
... Que mañana será otra día. Hace tres horas y media que lo es, pero me gusta engañarme con el tiempo. Mañana, o sea, luego, habré dormido cinco horas, -con calidad serán tres-, y vuelta a empezar. Pasaré la mañana como una zombi, sobreviviendo con los cafés a la rutina diaria.
Divina rutina ésta que me alegra la vida. Será por eso que prefiero los días no festivos. ¿Porque dan más de sí?
Luego, cuando llegue la noche, colmaré mi hambre de palabras con un festín de letras, y mi sueño acumulado remolcará mi inspiración por variopintas sendas de lucidez o estupidez, según sea el carro que lo arrastre [...]
" Aquí queda esto. ¿Quién dice que segundas partes nunca fueron buenas? "
Continuará...
Alicia Rosell, ( Haciendo de la batalla, ‘puritita’ risa )
5 de mayo de 2006.
(copyright de ©Alicia Rosell©, para el recopilatorio "Divagando entre sueños")
Etiquetas: Mis artículos, Mis impresiones Literarias, Mis Reflexiones, Textos propios
ala, menudas cosas se te ocurren antes de dormir. Yo suelo contar ovejitas, Alicia, debes tener algún trastorno gastrointestinal. Si no, no se exlica. !!!Es broma, mujer!!!
En serio: Me gusta este estilo desenfadado, menos dramático que los posts anteriores.
Besitos,moza.
lucy
Posted by Anónimo | martes, 06 junio, 2006
Perdón por la intromisión: No he podido evitarlo. Me he reído con sus ocurrencias. ¡Menudo enfoque!
Sólo me queda la duda de saber si tiene ud. hambre de palabras o diarrea de palabras (valga la redundancia).
Saludos.¡Me ha gustado, créame! Es raro, pero original.
D.P.
Posted by Anónimo | martes, 06 junio, 2006
Gracias, Lucy. Lo he escrito en tono de humor, pero no sé si hará gracia.
Al menos yo, mientras lo escribía, me reía.
Y al usuario anónimo le digo: es todo broma, como digo, así es que mi respuesta va en ese tono: Cuando ud. tiene hambre y come mucho, mucho,¿no le suele dar diarrea alguna vez?
Son artificios literarios, quizá aquí se yuxtaponen, pero fué como salió.
Gracias por su nota de humor en mi blog.
Un saludo para los dos.
Alicia Rosell
Posted by Alicia Rosell | miércoles, 07 junio, 2006
Bueno, bueno, qué sopresa me ha dado hoy Gabriel Francisco, amigas. Me ha puesto este post como enlace en un post suyo sobre Noticias Literarias.
Me he sentido feliz y como él me dijo:
"Más vale un enlace que..."
¡Ay, qué sería de cada uno de nosotros sin los amigos!
Besos.
Posted by Alicia Rosell | sábado, 10 junio, 2006