"Podrán cortar las flores, pero no detendrán la primavera"(Neruda)

viernes, 28 de septiembre de 2007

LIBROS, MUCHOS LIBROS (Deja tu opinión: Hay 8 comentarios)


***PRÓXIMAMENTE PODRÁN LEER MI ENTREVISTA A MAYTE PARA TORRES, GANADORA DEL 'PRIMER CERTAMEN DE YOESCRIBO.COM' POR SU NOVELA "EL PROYECTO GALILEA"*** ¡LES ESPERO! ***


A MODO DE INTRODUCCIÓN

por Alicia Rosell.


Estimados Lectores: Encuentro este interesante artículo y me llevo las manos a la cabeza. ¿Quién lo escribió? Archivado entre los borradores de mi blog, hallo esta joya de un escritor español cuyo nombre perdí o borré por culpa de la divina tecnología. ¿Dónde está el enlace con el cual siempre me remito a la fuente? ¡Ay, pobre de mi! El artículo en cuestión es del mes de mayo. Ruego a quienes puedan decirme quien lo escribió, tenga la amabilidad de dejarme un comentario. Y es que, 'LIBROS, MUCHOS LIBROS' es una lectura obligatoria cuyos pensamientos y reflexiones suscribo con rotundidad porque me identifico plenamente en sus palabras.

Pido disculpas a este autor, y lo hago con la intención de darle las gracias por estas palabras que ya hubiera yo querido haber escrito. Claro que, servidora, no ha tenido aún el suficiente tiempo de vida y escritura para hacerlo. Eso sí, plantearlo de otro modo sí puedo. Les prometo que, sobre el mismo tema, les hablaré en una próxima entrega: con mis experiencias, reflexiones como lectora y escritora, y sobre todo, con mis propias palabras.

Gracias por leerme, y si el autor del artículo me lee también, por gracia divina de la tecnología, por favor, espero se me de a conocer. Apelo a su benevolencia, anónimo escritor. Lean, lean pues el artículo que les propongo y que hallé en 'el baúl de mis recuerdos' (léase archivo de esta página). Verán que tengo motivos para publicarlo aún saltándome la frágil barrera que separa la admiración del plagio descarado. Quienes me conocen y leen saben que Alicia Rosell nunca hace esto. Gracias a todos por su comprensión. Pero, ¿podrá perdonarme su autor?

©Alicia Rosell - 29 de septiembre de 2007-

LIBROS, MUCHOS LIBROS

¿Dónde va tanto volumen publicado y publicitado fugazmente? Es un misterio más de las letras.

A lo largo de mi vida, desde la infancia, los libros han sido mis fieles acompañantes; recuerdo los tomitos de los cuentos de Calleja, las Fábulas de Samaniego, los poemas de Teodoro Cuesta, en gastadas ediciones que rodaban por la casa de mis abuelos o de mis padres; después fueron llegando las aventuras de Julio Verne, de Emilio Salgari, del capitán Luiggi Motta, los folletos-cuentos que cada domingo compraba en los quioscos de prensa de Mieres, las novelas románticas, de amores desesperados que reposaban en las mesitas de noche o de la galería, Carmen de Icaza o las hermanas Brönte, Emilia Pardo Bazán o Fernán Caballero.

Libros y más libros, autores y más autores que llenaban algunas estanterías que había en el comedor, en una galería o en el despacho de mi padre. Pequeños libros de bolsillo, la colección Crisol de Aguilar, que parecían perdidos en mesitas, en los hondos cajones de los muebles del pasado, los gigantescos armatostes que llenaban pasillos y dormitorios penumbrosos.

El libro, siempre el libro al lado, casi ahogando el paisaje personal, la vida, el paisaje de un ser humano que no sabía vivir sin ellos, sin sus tapas en piel o en rústica, en cartoné o en sencilla cartulina con una simple y graciosa viñeta. Novelas, poesías, ensayos, obras de estudio en el bachillerato, en la universidad, en el doctorado, después de la universidad, después de todo... Libros que fueron llenando mis casas en Mieres, Oviedo, Gijón, las maletas de mis viajes por medio mundo de Dios y de la fantasía.

Ahora, desde la altura de los años, o en el hondón de mis cansancios, después de tanta lectura y tanta escritura. Tanto escribir para el viento, para algunos lectores, para uno mismo, es hora de preguntar si el mundo necesita tanta y tanta hoja impresa, o tanto cine, tanta televisión. Estamos saturados de todo y por todo; la vida nueva no es la gloriosa del Renacimiento, ni tan siquiera los años apasionados del Romanticismo. Estamos llenos de palabras y más palabras sin sentido, no esperamos mucho de las sociedades modernas y, pese a todo, en la juventud o en la vejez, el libro nos acompaña sin protestar, solamente alarga sus páginas y nos ofrece sus textos para llenar unas horas del día, unas horas de toda una vida.

En una mesa auxiliar de mi despacho, se amontonan libros, muchos libros, casi infinitos libros y me dicen, con sus calladas voces, que me detenga un momento, que no salga a pasear, que olvide la triste tertulia del café, y ponga mis ojos en sus delicadas páginas, en obras que han sido escritas con pasión y amor.

La última novela de Jorge Cela, Papel y sobre ; Poemas de Gijón de Fernando Alvarez; Guía para visitar Iglesias y Conventos del Antiguo Madrid; por orden alfabético , de Jorge Herralde, notas sobre escritores, editores, amigos; La palabra vivida de Rosa Díaz, reunión de todos sus poemarios; El amor no es amado , de Alviso; Apuntes hispano-suizos , de Luis Quer Boule; Aquellos bohemios del café Gijón , de José Bárcena, viaje literario por el famoso café madrileño; Viaje a las Alcarrias, obra escrita al alimón entre Raúl Torres y Alfredo Villaverde; Pelayo Ortega , por Juan Manuel Bonet; Jovellanos , de Gregorio Marañón; El valle del Issa , de Czeslaw Milosz. Y otros cincuenta títulos más que nos pueden decir mucho o no decir nada.

Un canto de sirenas, o una sagrada oración para dar gracias por un título o un autor. Pero la verdad es que tenemos pocas cosas que puedan sorprender en este mundo, bajo la luz del sol o en la claridad de una noche de luna llena.

Todo libro tiene algo bueno, decían los clásicos ingenuos del pasado. ¿Sucede lo mismo ahora, con los miles y miles de títulos que se publican en España al año?. Pero algo tienen cuando no se deja de editar, cuando la existencia de cada criatura-libro es tan breve, tan corta, que se parece a la claridad de un relámpago. Los autores los presentan aquí y acullá a toda velocidad, pues el tiempo que su obra permanece en las librerías es como un soplo, como una brisa que llega y no llega. Todos estos libros se han perdido? Desaparecen para siempre del mundo de los lectores? Es uno de los misterios de nuestro tiempo, pues no se pierden, esperan en los fondos de las librerías, en grandes almacenes, en librerías de lance. Todos, y cada uno de ellos, tienen su vida propia, se venden al falso lector, al amigo, con una publicidad de boca en boca o en un periódico de provincias. Lentamente, acaso muy lentamente, el libro de autor poco conocido, o desconocido totalmente, se va abriendo su caminito entre la nieve de la indiferencia, en el bosque enmarañado de la ignorancia que busca algo para entretenerse. Sí, es todo un misterio, un secreto que nadie descubre.

Cosa lógica, el secreto del hombre se encuentra en los libros.

* Escritor ¿?


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sábado, 15 de septiembre de 2007

EL ÉXITO DE LA NOVELA ROMÁNTICA (Deja tu opinión: Hay 10 comentarios)

REPORTAJE: EL ÉXITO DE LA NOVELA ROMÁNTICA


Enganchadas al final feliz


AMELIA CASTILLA 28/07/2007

La novela de sentimientos atraviesa uno de sus mejores momentos. El género romántico copa ya el 4% del mercado editorial español y todavía no ha tocado techo. La creación de sellos especializados, la irrupción de heroínas con más personalidad y menos recatadas y unas lectoras tan apasionadas como compulsivas han acabado por poner de moda una literatura basada en el amor y los finales felices. Ignoradas en los circuitos literarios tradicionales, lectoras y autoras se mueven en la red.

Ellos marcan pectoral y ellas cinturas de avispa en portadas atrevidas y coloristas, arropadas por títulos como Dulce y salvaje, Hacerse ilusiones o Aún te llevo en el corazón. Novela romántica, de sentimientos, chick lit o literatura rosa, cualquiera de esas definiciones encaja con un género en alza cimentado en dos reglas básicas: historias de amor y final feliz. Triunfan los escenarios exóticos, las grandes sagas, los fenómenos paranormales, la Regencia y las historias épicas de la legendaria Escocia. Del lado de las lectoras se encuentran mujeres compulsivas, fieles y apasionadas, con una edad que oscila entre los 20 y 50 años, capaces de devorar los nuevos títulos y esperar ansiosas las novedades.

Buena parte de los títulos se venden en centros comerciales España parece vivir en los últimos años una explosión de títulos y de lectoras. Los editores tradicionales han descubierto un nuevo mercado del que no conocen gran cosa pero algunos han decidido arriesgarse y crear sellos especializados, en un género copado por el público femenino. Plaza & Janés ha recuperado Arlequín; Esencia, del grupo Planeta, ya dispone de una edición de bolsillo; Manderley, del grupo Santillana, despuntar con novedades interesantes; Urano cuenta con Titania, Mondadori con Cisne... No son los únicos. Los nuevos títulos registran ventas de entre 4.000 y 7.000 ejemplares y se publica una media de 15 novedades mensuales, en su mayor parte traducciones del inglés. El movimiento de títulos es tan rápido que tal como salen se consumen. "Se trata de un mercado estable, donde no se producen grandes fracasos y en el que las reediciones son impensables", aclara Laura Falcó, directora general de Esencia. En el año 2000, el porcentaje de venta en el mercado español era mínimo y el año pasado llegó al 4%, lo que supone unos ingresos de unos 30 millones de euros, de los cuales el 55% son ediciones en rústica y el 45% restante, en bolsillo. Las cifras aún no han tocado techo.

El auge experimentado por este tipo de literatura no ha conseguido, sin embargo, mejorar su imagen. Hay gente que todavía arruga el ceño cuando oye hablar de la novela romántica y autoras que se ocultan bajo un seudónimo. "Éste es un país cargado de complejos especialmente en el terreno del sexo, del amor y de la política", asegura desde su casa en Asturias Corín Tellado. A sus ochenta años, con graves problemas en la vista y sometida a diálisis, la dama de la novela rosa española por excelencia, con casi 4.000 obras publicadas, sigue en activo. En uno de sus viajes por San Francisco, Corín Tellado comprobó cómo las mujeres adquirían sus novelas en el quiosco y se las llevaban tranquilamente a la playa, algo impensable en nuestro país, donde en la época en la que ella empezó a escribir una mujer podía ser tachada de prostituta si paseaba con un hombre de la mano. Hubo un tiempo también en que Yolanda Domenche, informática de 34 años y gestora de la página web elrinconromantico.com, forraba los libros para salir a la calle, pero la situación ha cambiado: "Las mujeres nos hemos liberado y ya no nos avergüenzan ciertas cosas. Ahora se habla abiertamente de sexo y algunas de las novelas son de alto contenido erótico", añade.

La normalización del género ha llegado acompañada también de una oleada de heroínas que poco tiene que ver con las mojigatas de antaño. Ellas saben cómo llevar una relación y cómo moverse por el mundo, aunque, como corresponde a la norma obligada del género, luego caigan rendidas al amor "verdadero". No es ajena tampoco al éxito del género una hornada de ilustradores que han convertido las portadas en un reclamo más. "Lo destacable de los últimos años no es el aumento del número de lectoras", asegura la escritora argentina Florencia Bonelli. "Lo que ha subido ha sido la oferta de libros, que era muy pobre. Puede ser que, como consecuencia de esta presencia más rotunda en el mercado, nuevas mujeres hayan conocido el género -algunas me dicen que no tenían idea de que existiesen libros tan emocionantes- y se hayan hecho adeptas, no porque carezcan de vida amorosa o porque la que tienen no las satisface sino, simplemente, porque no hay nada más gratificante y bello que leer una buena historia de amor".

Pese a los avances vividos y el optimismo de los amantes del género, muchas librerías no cuentan con estos libros entre sus fondos. Otros, los más punteros, ya han colocado bien visible una sección de romántica. La mayor parte de los títulos se venden en grandes almacenes -un 70%-, en tiendas online de segunda mano y en mercados callejeros. Hasta no hace mucho funcionaba el boca a boca, pero ahora las lectoras controlan el mercado a través de la red y, en cierto modo, es precisamente ese espacio virtual el que ha posibilitado la explosión actual. A través de esas páginas virtuales las internautas reclaman nuevas obras de sus autoras favoritas, critican despiadadamente lo que no las convence y protestan si las traducciones no se encuentran a la altura. Un ejemplo. Elrinconromantico.com ha recibido 700.000 visitas, algunas desde Florida o de pueblos remotos de Chile y se han dado foros en los que han participado hasta 300 personas. De hecho, muchas de las internautas se conocen desde hace años. La influencia de estas páginas es tan fuerte que se han detectado ataques de hacker tratando de sabotearlas.

Hasta ahora el mercado parece dominado por las autoras anglosajonas. Son las reinas del mercado. Entre las superventas destacan nombres como los de Julie Garwood, Linda Howard, Luisa Kleypas, Robin Schone, Diana Gabaldón o J. R. Ward. Y entre las de habla hispana Ángela Becerra o Florencia Bonelli empiezan a alcanzar puestos destacados, pero la falta de firmas ha provocado que algunas editoriales empiecen a lanzar sus redes hacia periodistas o columnistas de moda en busca de posibles autoras, especialmente en lo que se conoce como chick lit, un género surgido a raíz del éxito del Diario de Bridges Jones, best seller escrito por Helen Fielding en los noventa, protagonizado por una heroína superficial, romántica y nada feminista. Tras su estela triunfan autoras como Candace Bushnell, creadora de Mujeres en Manhattan y autora de Sexo en Nueva York, que dio lugar a la conocida serie televisiva. Este subgénero de la novela romántica se caracteriza por utilizar entornos urbanos y argumentos centrados más en la vida de la protagonista que en su relación de pareja. En general, se trata de mujeres trabajadoras y de éxito, casadas con jóvenes atractivos pero dispuestas a hacer barra y ligar si se tercia.

Como lectores los hombres ocupan porcentajes muy bajos. Según datos de la directora general de Esencia, el 80% de los compradores son mujeres. La relación del hombre con esta literatura se puede comparar con su actitud ante las revistas denominadas del corazón. "Ellos no las compran, pero las leen", añade Laura Falcó. Por experiencia propia Bonelli llega un poco más lejos: "Los hombres desdeñan el género ('eso es cosa de mujeres', dicen) pero cuando, creyendo que se trata de una novela histórica, como sucede en mi caso, toman el libro y luego no pueden dejarlo. Y no los atrapa solamente la referencia histórica sino que se fascinan con el romance de los protagonistas. Tengo muchos lectores que me escriben a mi casilla de correo confesándome cuánto les ha gustado la historia de amor", asegura Florencia Bonelli.

¿Cómo se justifica entonces el desdén de la crítica? "Muchas veces me he hecho esta pregunta y he tratado de analizar el porqué de esta actitud, sin llegar a elaborar una respuesta que me satisfaga. ¿Será porque reivindica viejos valores (los de la fidelidad, los de la caballerosidad, los de la nobleza) que están pasados de moda? ¿Será porque ya nadie cree en el amor eterno? ¿O porque no les gustan los finales felices, los tildan de cursi?", concluye Bonelli.

Algunos estudiosos del género argumentan que el boom de la novela rosa podría estar relacionado con el auge del número de divorcios y la pérdida de valores. Otros llegan más allá: para las mujeres el género cubriría el hueco que los hombres llenan con la pornografía. Bonelli expresa su desacuerdo con esta teoría: "La pornografía es sexo crudo, sexo por el sexo mismo, pura lívido. En la novela rosa, en cambio, el sexo es consecuencia única y directa del amor, se justifica en el amor, y hablo del verdadero amor, ese que sacrifica todo por el ser amado, ese que dura para siempre".

Autoras, editoras o gestoras de páginas web parecen haber crecido con el género. Antes que nada son lectoras. Yolanda Domenche empezó a los 12 años a leer en la casa de sus abuelos las historias populares de Rafael Pérez y Pérez; con la mayoría de edad conoció Jane Eyre y a Jane Austen y, a partir de ahí, esa afición se convirtió en fijación. Un caso parecido al de Bonelli. Cuando comenzó en 1997 a escribir su primera novela -Lo que dicen tus ojos- ya conocía bien el género... De hecho, empezó a escribir después de haber leído una novela llamada El árabe, de la inglesa Edith Hull, que le conmocionó tanto que hizo estallar en ella el deseo de crear sus propios personajes y sus propias historias.


Lean aquí mi propio artículo: "SOBRE EL GÉNERO ROMÁNTICO"

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domingo, 2 de septiembre de 2007

RECUPERAR LA MEMORIA LITERARIA EXTREMEÑA (1º) (Hay 7 comentarios)


Como verán, amigos, este 'post' pasó sin pena ni gloria el año pasado por estas mismas fechas veraniegas. Exceptuando la siempre grata visita de mi amigo Bart, y sus apostillas siempre constructivas, no se comentó mucho más... Regreso, pues, con mi reivindicación del rescate de escritores clásicos olvidados, máxime si -además-, son extremeños. Regreso con ellos porque me considero en deuda con el legado literario que ha hecho que mis antepasados se abran ante mi como una fuente de inspiración y aprendizaje inagotables.
Abrazos, amigos lectores. ¡Buen comienzo de curso a todos! (Alicia Rosell).


“ESCRITORES DE EXTREMADURA”

FRANCISCO VALDÉS NICOLAU
(Don Benito, 1892-1936)

BIOGRAFÍA.-

Valdés, en su adolescencia.Valdés constituye un caso único, trágicamente contradictorio, en el panorama del regionalismo extremeño. Es, sin duda, el mejor prosista, pero además es el único que en su desesperación tiene una visión clara de la falta de horizonte de la escuela elegida —el regionalismo extremeño—, la única que sabe o puede relacionar con su propia opción política.

Nacido en Don Benito (Badajoz) en 1892, muere en 1936, víctima de la Guerra Civil, en el mismo lugar. Aficionado a la literatura desde la niñez, cursa estudios universitarios en Madrid, y allí conoce y participa de un ambiente literario que, si bien tiene el sustrato de modernistas y autores del 98, ya está plenamente inmerso en las innovaciones de novecentistas y vanguardistas: esta atmósfera estética le fascina. Sin embargo regresa a Don Benito en 1929, y pese a sus esfuerzos, progresivamente su trayectoria intelectual se aleja del mundo innovador y abierto que para nosotros representa simbólicamente el grupo poético del 27; al contrario, su literatura se volverá rabiosamente melancólica, dentro de la tradición temática del regionalismo extremeño, tanto en la ficción como en la prensa.

La obra de Valdés, fundamentalmente textos de carácter ensayístico (muy en la línea de la reflexión literaria del novecentismo, de d’Ors, por ejemplo), se recoge en obras como Resonancias, de 1931, o Letras (notas de un lector), de 1933. En ambos casos, como en Vida y letras, recopilación de textos muy posterior (1980), se trata de la expresión de un lector, penetrante y que se permite una elegante dubitación a la hora de elegir sus objetivos estéticos.

Sin embargo, el Valdés que nos interesa es, sobre todo, el diametralmente opuesto a esta experiencia cosmopolita, será el autor de las Ocho estampas extremeñas con su marco, publicadas en 1932, con una edición anterior, de 1924 (Cuatro estampas extremeñas con su marco). Las estampas —género cultivado también por otro regionalista, Reyes Huertas— son una colección de narraciones de deliberado estatismo, a veces simples cadenas de impresiones —incluso buscando ese impresionismo pictórico ensayado por autores como Gabriel Miró— que participan de la más amarga nostalgia consagrada por los fundadores del regionalismo, autores que, como en el caso de Gabriel y Galán, admiraba profundamente Valdés. En cada estampa se plantea el desgarro que la visión del presente extremeño produce en Valdés, desgarro que le llevará a tener una expresión agresiva y desesperanzada: en este punto el excelente prosista se acerca a posturas de un extremismo conservador absoluto, que se duele de la realidad y se entrega a la nostalgia de la identidad extremeña:


Es el hombre extremeño jayán y gañanero. Nadie más que él puede encarnar la vieja raza, amiga del sol y enemiga del sarraceno. En los hombres de su cuño están vívidas la integridad, la honradez, el trabajo, el amor. Ellos son los que labran la tierra y la hacen producir el grano bendito que colma las trojes de donde mana el pan nuestro de cada día.

Son ellos los pilares de la vida. Son ellos los viejos robles de la raza. Son ellos los que llegan a querer con todo el empuje de su corazón a la tierra madre. Y si algún cacho de su querer quedó libre de esta esclavitud amorosa, le dedicaron a una hembra, a unos retoños de su carne, a una vieja y pobre imagen que se venera en la ermita de su pueblo.

Ocho estampas extremeñas con su marco, Jayán y gañanero, p. 63

La vinculación a la tierra, rota, despierta un sentimiento trágico de la misma, de algún modo Valdés retoma la tradición melancólica para descubrir que detrás de la nostalgia no puede haber nada:

Aquí he vivido yo. Me he criado entre mis retamas, que antes fueron de mi padre, y antes de mi abuelo, y antes de mi bisabuelo. Salvo una temporada, pasada baldíamente en la Universidad madrileña, mi vida estuvo adscrita a este retamal con sus viejas encinas. Era mi fiel consuelo y la flor de mi existencia. Mi trato con la vida mundana me dañó el cuerpo y el espíritu. Iba logrando sanarlos al contacto del abierto paisaje de la recia Extremadura; en este rincón del mundo que mis antepasados lograron infundirle su aliento con sus dignos deseos y sus obras de rectitud: el buen consejo atinado, la ayuda consoladora, la censura estricta cuando era necesaria, el respeto y la consideración mutuas. Que no llegara a abrir sus fauces el hambre en derredor.


[…] No es la brasa del volcán quien ha destruido mis retamas, como esas del canto leopardino. Ha sido la lava del volcán de la codicia humana. El brazo destructor al servicio de la intención malvada. Llegaron de las villas inmediatas. Entre ellas, Magacela. En ese desborde incontenido de feroces cuadrillas insaciables, en pocos días, me arrasaron el retamal magnífico: orgullo comarcano, delicia de la vista, consuelo de mi vida. Juntas de hombres se llegaron a él, acometiéndole con las manos, con las hachas, con los picos, con los zachos. Quedó rasa y desnuda la tierra que le mantenía. No parecía la misma. Quedaron como testigos de la afrenta las viejas encinas, las charcas bruñidas de azul rizado, los aguardos de la perdiz, la roja piedra guijeña. Quedó como campo de abandono y desolación lo que antes fuera alegría y abalorio de feria campesina.


Ocho estampas extremeñas con su marco. Las retamas. p. 82, 86

El Marco, brevísima descripción en la que late el espíritu que explica la melancolía desesperada de todo el libro, es un texto incoherente y estremecedor, que resume el final de una época:


Un pueblo extremeño: la terrosa iglesia con su desmochado torreón, rodeada de unas casas de adobes, con unos tejados verdirrojos. Caminos polvorientos en estío y encharcados en la invernada. Monotonía, fanatismo y lujuria. Un casinillo, donde los ricachos parlan de barraganas y escopetas y se juegan los dineros heredados. En cada barriada, varias tabernas. El maestro de escuela sale de caza. Las jóvenes distinguidas confiesan semanalmente y estiman impúdico bañarse. Reacción, caciquismo e intolerancia. Los chicuelos, sucios y desarrapados, vagan por los ejidos, matando pájaros y desgajando los escasos árboles. Un abogadillo, desde el Juzgado municipal, administra justicia conforme a sus pasioncejas y ruindades. En una sórdida rinconada, un prostíbulo, donde los mozos rijosos pescan las enfermedades repugnantes y comienzan a odiar el trabajo. Todos los años mueren varias personas de paludismo y viruela. Emigración, infanticidios y hambre. Mendigos y truhanes toman el sol del invierno en el pórtico de la parroquia. Por las calles, sin acerado y desempedradas, husmean los canes y gruñen los cerdos. Odios y envidias seculares entre las familias abolengas. En un centro obrero se reniega de Dios y se habla del reparto de tierras. Hipocresía y estatismo. De vez en vez un crimen feroz y espeluznante.

Y por encima de todo este fango social, la fecundidad de las entrañas arcillosas del contorno, unos paisajes fuertes, recios, magníficos, y un sentimiento hondo del bien en los corazones de los castúos afanantes del terruño.


Ocho estampas extremeñas con su marco. p. 121.

La figura de Valdés debe entenderse en un contexto complejo, de vicisitudes políticas y culturales complicadas, como fueron los años veinte y treinta: todavía, cuando leemos a Valdés, no podemos dejar de recordar la trayectoria de los autores que caen en la trampa del totalitarismo por simple indignación. La pureza intelectual que inspira su reacción a los movimientos sociales que acompañan al espíritu de la época, explícita en el Marco, serán acaso la respuesta inevitable de un autor que se sentía ajeno a su tiempo y —con dolor— a su lugar.


L.S.D.


-PLAN DE FOMENTO DE LA LECTUR
A: BIBLIOTECA DE EXTREMADURA-

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