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domingo, 30 de abril de 2006

NAVIGATION BOOK: BOARDING CERTIFICATE





-TITANIC-

THE EXHIBITION


"El verano pasado asistí a una exposición del Titanic: "La exposición más original de la tierra ha emergido del fondo del mar", rezaba el cartel anunciador del Museo Marítimo Ría de Bilbao, muy cerca del emblemático Guggenheim...

Nos tomaron una foto en familia antes de entrar por una puerta que simulaba nuestra subida por la pasarela que nos llevaría a los pasillos que casi todos vimos reproducidos con gran esmero en la película.
Lo que vieron mis ojos me dejaron atónita. Y no sólo me recorrió un escalofrío al traspasar ese primer tramo y toparme de frente con las puertas que se abrían a uno de los salones más emblemáticos del malogrado transatlántico. Le seguieron los camarotes, las fotografías de gente ilustre que murió en él, y la ambientación auditiva que nos proporcionaron -auriculares incluídos- que nos guiaban por la exposición reviviendo con gran verosimilitud la vida dentro del Titanic.

Confieso que sentí escalofríos y una emoción indescriptible me embargó. Era como si los espíritus de sus víctimas rondaran por allí, aunque todo fuera una fiel recreación.
Me sentí transportada al barco, a sus rincones; unos zapatitos de niño recordaban desde una vitrina a un pequeño pasajero, -luego suspiré aliviada- ¡Se había salvado!
Manuscritos, objetos personales, fotografías y toda clase
de utensilios marítimos estaban a la libre observación de mi aturdida mirada.

Es difícil explicar qué mezcolanza de sentimientos me invadió. Casi un siglo después del sinisestro, servidora asiste a una exposición que cree no será para tanto. Sin embargo, se asusta. Llegué a introducir, primero mis dedos y después, mi puño en un gran bloque de hielo que simulaba -desde los auriculares nos incitaban a probar nuestro aguante al frío- la heladora temperatura que tuvieron que soportar las personas que murieron en aquéllas aguas. Se me enrojecieron los dedos, la mano y el dolor me subió por el brazo y duró minutos eternos: con reloj en mano comprobé mis escasos 30 segundos de aguante.

Había visto ya toda la exposición. Me entusiasmé con los muebles de la época y los telegramas que leí -milagrosamente conservados o debiera decir rescatados-. Pero el colofón, ese frío causante de miles de muertes me heló más que el brazo. Por segundos sentí lo
que debieron experimentar, ese terror magníficamente reflejado en la película se quedó corto. Ninguna muerte es buena, salvo cuando te llega mientras duermes, pero sentir que tu cuerpo se vuelve hielo, que la sangre se cuaja en las venas y que todo tú formas parte del iceberg que acabó echándote al mar...

"Miles de cuchillos traspasándote las entrañas hasta morir"

Algo parecido decía Di Caprio por boca de su personaje cuando trataba de persuadir a la muchacha que íba a arrojarse por la popa para huir de un matrimonio de conveniencia

La violencia de la naturaleza o la violencia del hombre. Se mataron por sobrevivir, sin saber siquiera si lo podrían lograr. Algunos, vendieron su alma al diablo por salir de allí. Otros, lo tomaron con la dignidad que sólo la pobreza proporciona. ¿Ocurrió así o es parte de la ficción cinematográfica?
No sé por qué hoy he hablado de esto. Se acaba abril. Creo que el Titanic naufragó un 14 de abril. Es este mi mes preferido, pero también es fecha señalada de muchos y dispares hechos acaecidos en el mundo a lo largo de la Historia contemporánea o moderna.

Me llevé un recuerdo, ¿se puede decir macabro? La foto en familia con la tarjeta de nuestro embarque. Nuestro
boarding certificate es el nº 0001922. En la contraportada de nuestro cuaderno de navegación se ve la foto de la tripulación del insigne barco, the captain and beck officers, como reza. Los escalofríos no cesaron.

Mientras recuerdo hoy, ahora, vuelvo a experimentar lo mismo. Me duele pensar lo que sufrieron sus pasajeros. Me quedaré siempre sin saber quien o quienes llevaron esa numeración que nos tocó en suertes esa tarde de visita, caso de que se diera la cruel coincidencia. Me da grima pensar lo contrario.

Nos gusta regocijarnos en lo escabroso, no tenemos excusa. ¿Hasta cuándo seguirán explotando el tema de la catástrofe? Cuando se cumpla el centenario nos bombardearán con más o menos detalles que los ya sabidos. Una cosa es casi segura: Ya no quedarán supervivientes para hablarnos de su experiencia.
La historia, junto con los años y los siglos convertirán casi en leyenda un acontecimiento tan importante como tenebroso.

Ya lo dice en la portada de mi
navegation book: Titanic, la exhibición. Y la foto del impresionante trasatlántico rozando la no-menos gigante mole de hielo que lo llevó al desastre acaba de corroborar mis pensamientos. El morbo siempre está servido cuando nos resulta ajeno.

Supongo que esa exposición itinerante andará por esos mundos de Dios, allende los mares o tierra adentro, desde los vastos Urales a la Siberia de Mongolia, atravesará América y llegará a la Patagonia, se mostrará en Tokio o en Casablanca. Pero eso es lo de menos, importa no olvidar el trágico accidente.

A veces me cuestiono sobre la rotación de la Tierra. Pienso que el dinero y sólo su consecución mueven al mundo. Que me perdonen el símil. Es que la ignonimia me resulta recalcitrante. ¿Y qué hacía yo allí? Recordar, maravillarme con las antigüedades o recrearme con estupor en la vergüenza ajena que producen estos saraos.
Lo peor de todo es que, como una más, yo estaba allí. Tampoco sé si olvidaré jamás el deseo de comprarme unos aretes que eran una fiel reproducción de los que llevaba una de las muchas ricas pasajeras, y que murió... Porque, a la salida, estaba montada la tienda de
souvenirs del Titanic.
Quiero pensar que me gustaron, sin más. No deseo ahondar en mis más profundos recovecos del alma".

http://www.titanic1.org


Apunto en este
cuaderno de bitácora lo que el Titanic no pudo escribir:
Día 3o: Final del mes de Abril, año 2006. La Vida continúa.



Por Alicia Rosell.

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-ALICIA ROSELL, 2006-

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