YA LLEGAN LOS REYES... Y LAS REBAJAS!
Con el comienzo del nuevo año todo el mundo se empeña en hacer examen de conciencia. Quien más o quien menos se hace un propósito para cumplir durante el año que hemos estrenado. Pero, ¿realmente los cumplimos? Mucho me temo que estamos llenos de buenas intenciones, pero son muy pocas las ganas que ponemos en hacerlas realidad.
Al acabar el año solemos recapitular: revistas, televisión y periódicos nos exponen las noticias más interesantes ocurridas a lo largo del año y asistimos, así, a una larga sucesión de las mejores y peores momentos en cualquier ámbito, ya sea cultural, político o musical, entre la gran variedad de acontecimientos que surgen desde los medios de comunicación.
De igual forma, el comienzo de cada año nos llena de ilusiones como si ese estreno nos concediera el don de retroceder en el tiempo, como si un 'volver a empezar' nos otorgara una segunda oportunidad para enmendar errores o mejorar nuestras vidas a través de la salud, las buenas relaciones, el estudio o de la realización personal en que cada cual se sienta pleno. Un volver a empezar con el cual aspiramos hondo para infundirnos todas aquellas fuerzas que se nos fueron disipando con el paso de las semanas y los meses hasta desgastar otro año, y otro más...
Para ello, no hacemos sino todo lo contrario que ahora. El dispendio, la glotonería y la bajada de guardia para con nuestra salud dan al traste con muchos de esos buenos propósitos que nos hicimos para un año que acababa pero que se prolongará, ya sin remedio, en el recién estrenado.
¡Qué quieren que les diga! A mí me resulta todo bastante hipócrita. No sólo porque no cumplimos la mayoría de nuestros deseos u obligaciones, sino porque incurrimos en el mismo autoengaño de forma repetitiva sin sentir que lo hacemos, o debería decir, que no hacemos, porque a pesar de reafirmarnos en nuestros deseos de mejorar en algunos aspectos de nuestras vidas, siempre acabamos con la pesadumbre de no ser justos con los demás de igual forma que no lo somos con nosotros mismos. Esta es la hipocresía de la cual hablo. ¿Pensaron que me refería a la hipocresía de las fiestas navideñas? ¡También, por supuesto! Pero no deseo quitarle a nadie el disfrute de dichas fechas ya sea por motivos religiosos o, simplemente, por mera diversión. Sepan que una es tolerante, pero no soporto que me obliguen a celebrarlas por todo lo alto sólo porque el resto del mundo -y un consumismo apabullante-, nos imponga que es así como debe ser.
Y es que, mientras en algunas partes del mundo nos sobra comida, la inmensa mayoría de la población del planeta se haya sumergida en la ignonimia del olvido por parte de los países ricos. Siguen muriendo niños cada segundo por la hambruna. Continúan asesinándose sin miramientos, violando mujeres en las guerras y muchos niños que no mueren de hambre sufren malos tratos e incluso son víctimas de los pederastas. Los genocidios siguen a la orden del día aunque no se hable de ellos, imágenes que todos vemos por televisión y apenas nos sonrojamos, y es que la costumbre nos vuelve indolentes. Como mucho, apartamos la mirada porque nos apena. Retiramos la vista y eso nos salva, ¿eso pensamos? ¡Pues no nos salva ni Dios! No existe la solidaridad, amigos lectores. Nos refugiamos en nuestra comodidad repatingados en el sofá y ahí nos las den todas, o casi, y no se den por aludidos... si no es este su caso.
Todavía me dirán que no está en nuestras manos salvar el mundo, que para eso están los gobiernos. Cierto, pero si cada uno de nosotros compartiera algo, tan sólo un poco de nuestro exceso de comida, ropa, juguetes y toda clase de utensilios que compramos y almacenamos por puro capricho... ¿No creen que podríamos hacer felices a más de una familia que lo está pasando realmente mal? Y no crean que hace falta irse a los países del tercer mundo: a veces basta con salir por la puerta y toparse con el vecino de enfrente, el parado que nos pide limosna a la puerta del mercado o la Iglesia, o la vecina viuda del sexto que no puede comer con el exiguo sueldo que recibe. Y si pensamos en el tercer mundo... mucho menos podrán evitar sentirse francamente agradecidos con la vida que nos ha tocado en suertes.
Pues ya saben, mientras seguimos gastando los últimos dineros en la ya inminente llegada de los 'Reyes Magos de Oriente', y sin ánimo de estropearles el colofón a las fiestas, vayan pensando en esos propósitos de comienzo de año y añadan este de la solidaridad. Se sentirán tan felices que seguro que olvidan todos las facturas que se les acumulan cada mes. Porque al menos tenemos dinero para gastar -aunque sea a crédito-, ya se habrán dado cuenta, o a manos llenas -aunque sea calderilla-. Seguro que dejamos de quejarnos tanto y cuando paseemos palmito ante el señor que se arrodilla en la acera delante del escaparate del Corte Inglés, y lo veamos adquirir una postura imposible de descifrar y mantenerla así durante horas, dejamos de sentirnos desgraciados para empezar a notar que 'algo' nos remueve las entrañas.
Llegado a este punto no quiero hablar de quienes mienten para pedir, utilizan niños para dar lástima, etcétera. Esa es otra historia. Inevitable tema para reflexionar en otra ocasión. Mi intención es que cuando lean esto se sientan un poco solidarios, al igual que intenta hacer servidora con esta perorata que les dejo escrita, y que antes de tener que arrepentirnos el próximo fin de año usemos la libertad de albedrío para tomar las decisiones más adecuadas. Dejemos los grandes propósitos para los gobernantes de las naciones ricas. Nosotros bastante tenemos con la tarea de hacer ejercicio para bajar los kilos adquiridos en quince días de locura y consumismo.
Por último, deseo recordarles que hubo un tiempo que las Navidades eran entrañables aunque teníamos poco dinero y menos viandas. No, no me refiero a la época de la dictadura, sino a cualquier época anterior, incluyendo ésa también. Y luego no me vengan diciendo que cualquier tiempo fue mejor. ¿Todavía hay quien se crea eso? A servidora le cuesta trabajo pensar con la cabeza fría mientras nota el estómago caliente y ensanchado por los excesos.
Que los Reyes Magos sean generosos con ustedes. Yo, no pienso comerme un rosco. Y lo digo literalmente, y sin ánimo de molestar. Allá cada uno con su conciencia. Pienso así porque nací contestaria, y a Dios gracias, todavía nadie me ha obligado a comer ni comprar con desatino. Aunque reconozco que hubo un tiempo en que me corroía y obnubilada con la misma clase de libertinaje consumista.
En fin, pecado o no, la gula se paga cara. ¿O todavía no se han subido a la báscula ni han mirado el saldo de sus cuentas? Que la cuesta del mes les sea leve. Pero antes, nos tientan con la inminente llegada de las rebajas de enero.
No añadiré nada más. El resto ya lo conocen ustedes. Que tengan un buen año y felices propósitos de enmienda. ¡Mucha suerte!
©Purificación Avila.
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Cuanta razón tienes, estimada Pirificacion (Puri resulta más familiar y se ahorran letras), amiga y colega, con todo lo que dices en tu columna. Es bonito leerla aqui, pero creo que merecía un espacio en alguno de los periodicos de circulación nacional donde dan cabida a otros esritores que no dicen más que tonterías, aunque siempre con su transfondo político, que es lo que se busca.
Vivimos en la opulencia, que no quiere decir la felicidad. A mi me hacía más ilusión el coche de bomberos de madera, que a los pequeños de hoy una play station, que a los quince dias de usarla se les ha quedado obsoleta porque los fabricantes se apuran a sacar una nueva generación.
Lo que si me hace feliz es que me regalen libros, discos y alguna película, pero como en esto soy bastante exigente, preparo previamente la lista y la reparto entre todos aquellos que se van a gastar su dinero en mi favor. Otra cosa son las instituciones que, por lo que fue mi trabajo aún me tienen en sus listas vips, y que colocan unos tochos de libros, producto casi siempre de los compromisos personales de quienes las dirigen, que a nadie interesan e incluso parece que los valoran por el peso, así que todos esos van a una estanteria reservada en el trastero.
Y aunh nos falta el cuarto rey Mago, no ese que descubrió recientemente un historiador, sino el que hace tiempo inventaron las grandes empresas comerciales. Se llama "rebajas de enero", que en algunos centros ya se adelantó, aunque cuando comience a lucir mejor su corona será a partir del próximo lunes día 8.
Prepárate, Puri, como yo lo hago, porque de ese no nos va a salvar nadie. Por si acaso, ya tengo reservada una historia de la ópera que hoy vale 100 euros y que voy a comprar por 30.
Posted by Orestes (Ex Al) | viernes, 05 enero, 2007
¡Hola, Al! Gracias por tus palabras de aliento hacia mi trabajo. Menos mal que entre muchos de esos periodistas que dices todavía queda gente que sí escribe estupendamente. Entre ellos tengo varios amigos y amigas, y ahora te cuento también a tí.
Eran otros tiempos los nuestros, Al. Los Reyes Magos no hacían magia, como ahora piensan los niños- sino que se las veían y deseaban para traernos aquéllo que les pedíamos. Ni siquiera el pretexto de haberse portado bien bastaba para que los Reyes nos 'echaran' los juguetes pedidos.
¡Cómo han cambiado los tiempos!
Es buena idea la tuya: preparar las listas y que cada uno te regale algo de ellas, estilo lista de bodas. Se evitan así muchos disgustos y el mal rato de tener que decir ¡qué bonito!, cuando estás deseando tirárselo a la cabeza a quien te lo compró.¡Perdón, sin violencia!
Ayer decían en televisión que se devuelven cada vez más los regalos recibidos por navidades. Pues tu solución es estupenda. Yo los llamo auto-regalos, que son los buenos.
Al, mi regalo preferido siempre fue, es y será un libro, o dos, por pedir... Con ese regalo me siento como una reina. Como soy mujer, la vanidad no me hace rechazar un perfume o algo de ropa, pero los dejo como autoregalo de Rebajas. Incluso para los libros necesito hacer lista de autores. (Menos mal que en casa ya saben a qué atenerse)
Me ha parecido ocurrente que llames 'cuarto rey mago' a Las Rebajas, pues sí, es un rey mago muy mágico y ¡cómo no, sacado de la chistera como si de magia se tratara!
Oye, esa 'Historia de la Ópera' que comentas tiene que ser interesante, seguro. ¡Y a qué buen precio!
Pues ya ves, Al. Aquí, comentando puedo parecer que soy tan consumista como el que más, pero que me toque vivirlo no quiere decir que esté de acuerdo. Es decir, que no me contrario con mi columna de hoy. Opino eso y por eso lo he escrito 'sin ánimo de ofender'.
Un abrazo, Al. Felices Reyes y que nos traigan Paz, que es el mejor regalo y milagro que pueden hacernos.
Puri.
Posted by Alicia Rosell | viernes, 05 enero, 2007
Un abrazo y feliz reyes colega.
Saludos desde Madrid.
Posted by Leo Zelada | martes, 09 enero, 2007
Hola, Leo. ¡Muchas felicidades a ti también por el año nuevo y los reyes!
Un abrazo, colega. Desde Bilbao para Madrid.
Purificación.
Posted by Alicia Rosell | martes, 09 enero, 2007