ALGUNOS SECRETOS SOBRE MADAME BOVARY
Un 12 de abril de hace ciento cincuenta años vio la luz uno de los libros fundacionales de la novela moderna, Madame Bovary, de Gustave Flaubert. La historia de los amores prohibidos de una joven burguesa malcasada supuso tal conmoción para la sociedad de su tiempo que Flaubert fue llevado a juicio, acusado de inmoralidad, y finalmente absuelto. Hoy todo eso es anécdota, porque la novela sigue resultando tan revolucionaria como entonces, tan viva y conmovedora. El Cultural celebra hoy la juventud de este clásico con artículos de Germán Gullón y Lourdes Ventura que confirman las palabras de Mario Vargas Llosa, uno de los grandes enamorados de esta novela: “¿Qué puede aprender de Madame Bovary un novelista de nuestros días? Todo lo esencial de la novela moderna: que ésta es arte”.
Las insignes heroínas literarias del ochocientos empiezan a cumplir años. La primera, Emma Bovary, es sesquicentenaria este año, y enseguida la seguirán Anna Karenina, Isidora Rufete, Ana Ozores y Fortunata. Todas ellas fueron en un momento de su vida ficticia envenenadas por un mismo destilado: la sentimentalidad romántica. El bebedizo les fue dispensado a unas, como la Bovary o Ana Ozores, vía la lectura, los novelones románticos que pintaban sentimientos, el amor en primera instancia, totalmente apartados de la realidad y de sus limitaciones. Otras, caso de Isidora y de Fortunata, fueron engañadas por la palabrería de los donjuanes de la época, quienes incendiaron su imaginación con anhelos irrealizables. El realismo decimonónico nunca pudo deshacerse de ese componente romántico, un invitado molesto, el ideal creado por la ilusión humana, al que había que sacudirse de encima porque desdecía de la sobriedad positivista. Flaubert será el exponente de esta dualidad, tanto en su vida como en su obra.
Los artistas del XIX, bien fueran pintores, músicos o escritores, cultivaron el componente creativo de la obra con ansias renovadoras. Y Baudelaire y Flaubert fueron sus mejores críticos y, a la vez, los escritores de referencia del nuevo modo, que hoy conocemos como el arte moderno. Un arte fuertemente autoconsciente y creativo. El pintor, fuera un realista Courbet o un impresionista Monet, entendió que la línea del dibujo que definía el motivo representado en la tela, propio del arte figurativo, adquiría un carácter único, artístico, cuando aparecía bañado por la luz y el color. En la esencia de tales expresiones artísticas se halla ese genial descubrimiento de la modernidad artística que identificamos frecuentemente con el quehacer literario de Gustave Flaubert: el hacer de la obra de arte una especie de escenario dramático, donde la realidad es representada, pero que, a su vez, no guarda con ella ninguna relación de continuidad. La obra de arte, la realidad allí representada, resulta autosuficiente, un texto creado por un artista, un dios fabulador.
Flaubert nunca pretendió que esa autosuficiencia artística llegara a convertirse en un despropósito de la crítica moderna, la violenta separación del autor de su texto. La torpeza de negar que la obra pertenece a un ser de carne y hueso proviene de un malentendido histórico. Cuando Madame Bovary vio la luz de forma seriada, en “La Revue de Paris “(1856), ya saltó el escándalo, por la conducta libre de la protagonista, que violaba las leyes del matrimonio y de la iglesia. Por ello, Flaubert y su editor acabarían siendo procesados por inmoralidad. Un brillante abogado les defendió, explicando que el narrador de la obra no suscribía la conducta irregular de su protagonista, simplemente dramatizaba un problema social, incluso las palabras de la Bovary eran de ella misma. El autor sólo las transcribía. Y además que la muerte de Emma al final de la obra indicaba que el pecado acababa siendo condenado.
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Flaubert escribió Madame Bovary entre 1851 y 1856. Ese mismo año aparece por entregas en la revista Revue de Paris, entre el 1 de octubre y el 15 de diciembre, y meses después, el 12 de abril de 1857, como volumen. El libro “le trajo un proceso por falta de respeto a la moral”, pues, como explica Umbral, escribir en el XIX “era ya en sí mismo una cosa sospechosa”. De modo que “al solterón más casto y feo de Francia, al masturbador literario de su prosa, al solitario que sólo vive orgías de tabaco y aburrimiento, en sus paraísos de humo y gramática, se le pone un proceso por inmoral”. En pleno siglo XX, La Congregación del Santo Oficio lo sumó a la lista de libros “pornográficos”y la Sagrada Congregación en el Índice de Libros que contradicen la doctrina católica. En España, 1961, el editor Gonzalo Losada fue condenado a un mes de prisión y el traductor Miguel Amibilia a seis por publicarlo. El escándalo procuró a Flaubert un gran éxito, que le permitió viajar a Cartago, entre abril y junio de 1858, para documentarse para su siguiente novela, “Salambó”. Lo escribió mientras leía la Filosofía positiva de Comte, quien predica “el cómo, no el porqué, el hecho, no la idea”. De este modo, Flaubert en su Madame Bovary, “no contento con negar todo heroísmo, hace pasar este mismo afán bajo las horcas caudinas de la asperísima realidad”. “Madame Bovary soy soy” es la frase tópico que se atribuye a Flaubert. Sin embargo, su biógrafo Frederick Brown afirma que jamás la dijo ni escribió. Madame Bovary no hubiera podido escribir Madame Bovary, escribir es tomar distancia. Así advirtió: “El futuro nos tortura, y el pasado nos encadena. He ahí por qué se nos escapa el presente”; “Tened cuidado con la tristeza, es un vicio”. Adaptada al cine por Jean Renoir (1933), Minnelli (1949), Chabrol (1991) y Fywell (2000), no ha dejado de tener actualidad. En enero de 2007 apareció en el segundo puesto de la lista de “Time” de los 10 mejores libros de todos los tiempos.
Etiquetas: Artículos, Historia de la Literatura: vida y obra
Qué bien que compartes este texto, recordar y/o conocer la historia y al escritor.
Me gustó el libro.
Seguimos leyendo, es un placer.
Abrazos soleados linda.
Graciela
Posted by Clarice Baricco | jueves, 19 abril, 2007
Gracias, linda. Seguimos leyendo, claro está.
Besos.
Puri
Posted by Alicia Rosell | martes, 24 abril, 2007
AL FIN HALLO UN SITIO EN EL CUAL APRENDER A LEER Y ESPERO, TAL VEZ A ESCRIBIR. SRA.PURI, LA FELICITO DESDE LA TIERRA DE NERUDA Y MISTRAL
Posted by Anónimo | viernes, 18 mayo, 2007
Edu Barra, no sé si tenga blog, pues no deja link. De todos modos, gracias por comentar en mi blog y las palabras que me dedica.
Quisiera ser realmente merecedora de ellas, es por eso que trabajo con gusto. Leer podrá leer mucho, ya ve, además tiene mi blog literario "Retahílas", que espero haya sido también de su agrado. Ante todo, espero que disfrute leyendo y comentando.
Su tierra tiene nombres tan grandes como Pablo Neruda y Gabriela Mistral: para enorgullecerse, Edu. También Chile es el país donde nació Isabel Allende, escritora que adoro; en fin, me dejaría tantos por mencionar...
Un abrazo cordial.
Puri Ávila (Alicia Rosell)
Posted by Alicia Rosell | viernes, 18 mayo, 2007